Los belenes de Sevilla también se llenan de pisos turísticos
Pisitos de AIRBNB hasta en el castillo de Herodes, Booking en el molino de paja, Starbucks en la taberna de cartón… no hay edificio o casucha que se salve en nuestros portales de Belén de la «guirificación» rampante que también sufrimos en nuestra ciudad.
«La barricada rancia no puede hacer nada contra ello. Nos vemos abocados a sucumbir ante al avalancha de turistas que se vienen a vivir entre nuestras entrañables figuritas, nuestros caminos de pan rallado, nuestro musgo de Pichardo, nuestro corcho milenario.» Rezaba Antonio Burgos esta mañana en el ABESÉ, indignado con la nueva plaga.
Lavanderas, pastores y labriegos hace un mes que dejaron sus duras labores y se dedican a «adorar falsos dioses y perseguir pobres caganers borrachos con los pantalones bajaos.» Señala un asombrado, Joaquinus Manquepierdis, legionario de la Baética buena, destinado al Belén de CaixabanK.
Los turistas de los belenes provienen en su mayoría del país de Playmóvil, aunque se ha visto además al famoso enano con el que se casaron «salerito, pa jartarse de reí», al duende del flamenquito, a «los marditos roedore» (Tom y Jerry) o a Thyrion Lannister huyendo de los paparazzis en camello de plástico. Sin éxito.
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