Un avión de Ryanair aterriza de emergencia en el paseo Marques de Contadero
En la mañana de ayer, Día Internacional de los Vencejos con problemas de Tiroides, Sevilla se levanto conmocionada hasta el corvejón. A eso de las 12,15 de la mañana: un avión-conserva de la flota de pichardo de Ryanair aterrizaba de «emergencia o «yo qué sé» -según palabras del mismo capitán del avión, Marcial Piste-, en el nuevo paseo de Marqués de Contadero, a escasos metros de la Torre del Oro.
Piste justificaba el aterrizaje en pleno centro hispalense, aduciendo que el paseo tiene toda la pinta de pista de aeropuerto chico y que la Torre del Oro se asemejaba a las torres de control de la península arábiga que el suele trabajar. Asimismo, el capitán justificaba de la siguiente forma: «estoy atravesando una mala racha con mi pareja, que dice que ya no me quiere, se pinta su sonrisa de carmín y se cuelga el bolso que (otro) le regaló.» Todo esto lo declaraba el piloto con una botella de Magno asomando por el bolsillo de la casaca.
Afortunadamente, no se han tenido que contar víctimas es este accidente o confusión -llámenlo como quieran-. Porque a la hora que se produjo, con la calor que hacía y con todo aquello pelado de sombra, no paseaba por el paseo -valga la tonterida- ni el de los folletos de los barquitos. «Solo un chaval que andaba medio amamonao con el móvil estuvo a punto de perecer en el desastre.» Apunta un municipal de la zona, con voz de pito.
Los muchachos de 20 y 40 años que andaban por la zona ligando gin-tonic, bronce e insolación, no salían de su asombro al menos durante un par de segundos, que fue el tiempo que el artefacto necesitó para aterrizar y darse de bruces contra el monumento a La Tolerancia de Chillida. Una vez medio siniestrado el avión, sus tripulantes se deslizaban con la cara de teta de monja por un tobogán inflable desde la cubierta del mismo, derecho al chiringuito más próximo, a ver si se es pasaba el sofocón a base de menta-poleo con hielo.
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