Los niños de San Ildefonso cantarán los números por sevillanas
Una suerte de contrarevolución cultural sopla desde el sur hasta el colegio de San Ildefonso de Madrid. «No sé qué tiene Sevilla, será su color especial, su paella o su zarzaparrilla fina, pero es que su folklore, su gracejo, de repente nos tiene a los chiquillos atacaos,» confiesa el padre Ulpiano de la Parra, que no se entera de la misa la mitad y que no sale del colegio desde que era chico.
Que si «sueña la margarita con el reintegro», que si «mírala cara a cara que es el 4520», que si «a bailar, a bailar alegres loterías», que si «iba de peregrina y me tocó el 81.204″… El colegio de San Idelfonso rezuma creatividad y sevillanía por los cuatro costados. Los niños se arremolinan junto a los bombos de entrenamiento para cantar alegres sevillanas, dando premios por palmas, vítores a la pedrea.
Los niños se han hecho un «hártelo tú mismo» para confeccionarse ropajes profundamente sureños y provocativos como el sombrero de ala ancha de toda la vida de dios. Visten de corto o con falda de volantes y cantan el número con gracia, retando al «sieso», ese espíritu «saborío» que tanto gusta en España, el de la mala leche.
Se comenta en los mentideros de los embusteros, que es donde pululan nuestros amados políticos, que José Mari Aznar ha dimitido como consecuencia de esta insubordinación consentida de los niños de San Idelfonso, uno de los pilares de la patria que se nos va, como ese algo que se nos muere en el alma cuando se fue el amigo y hasta la guitarra lloraba diciendo adiós.
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