Abengoa subastará los higadillos de sus empleados para reflotar la empresa

Ayer la multinacional sevillana, Abengoa, se desplomaba como un saco de papas en mitad de la Bolsa de Madrid. El IBEX 35 le daba la espalda, la expulsaba del club del taco por la sencilla razón de que la empresa más importante de Andalucía se había quedado tutti-mojama y con más deudas que la Junta de Susanadíaz.  Los empleados de ‘Palmatraz’, la sede mundial de Abengoa en Sevilla, no daban crédito a lo que llegaba a sus oídos, y se limitaban a menear sus grilletes con ligeros aspavientos, mientras volvían a pagar solícitos el rancho de su centro penitenciario.  

El presidente de Abengoda, un tal Benjumeda, quitaba yerro al asunto con la afirmación de que “el concurso de acreedores al que se enfrenta la empresa es puro moco de pavo corralero… De hecho ya está ganado desde hace tiempo, pues nadie superará nuestra roncha inconmensurable manque… profundamente ecológica” –sostiene Benjumeda- “Pero vamos –continúa el de Abengoda- que la culpa es de los trabajadores, que ni se sacrifican ni se inmolan por la empresa como Dios y mi familia mandan”.

Estas mismas razones expuestas por Benjumeda, han llevado a la empresa a considerar que son los trabajadores los que deben sacar a Abengoda del atolladero –sostenible- en que la han metido con su inoperante esclavitud. A partir de hoy mismo, Abengoda informa que cada uno de sus empleados en Palmatraz deberá pasar por el quirófano –solar- del complejo, para que le sean extraídos corazón, hígado, cerebro, sangre o criadilla. Órganos vitales que ayuden al reflotamiento de la multinacional sevillana, “que tanto ha recibido de la Junta por el bien de la economía de nuestra ciudad, Andalucía libre, España y la humanidad. Esa cabalgata por favor…” –Concluye Benjumeda. Luego coge la maleta de oro y se fuga de Palmatraz-.