Se evapora un perro de agua en La Resolana
Corría las cinco de la tarde de ayer lunes en la recalentada y torrefacta avenida de La Resolana, cuando sucedió lo inevitable: Fombello, un simpático perro de agua del sevillano barrio de San Julián se evaporaba por combustión inducida; es decir, por el Lorenzo prodigioso que ayer tostaba las calles de nuestra ciudad hasta reducirlas a socarrat.
Fombello era un animal muy querido en el barrio, pues llevaba un barrilito de Cruzcampo glacial colgado del cuello, traía el ABC reliado en la boca a todo intelectual que se lo pidiera, y había acabado con más de un hueso malaje de esos que te amargan la existencia. Pero nada se pudo hacer por el animal que, con más audacia que astucia, llevaba expuesto medio día al Astro Rey, mientras correteaba por La Resolana olisqueando ojetes y buscando el sentido de la vida.
“No le dio tiempo ni a decir guau”, manifiesta Jonathan Cecuatro, conductor de TUSSAM y testigo directo de la volatilización del cánido. “Mientras aparcaba el autobús bajo la sombra de la Torre de los Perdigones, pude observar que a 500 grados a la sombra y con tanta lana peluda en lo alto, el pobre mío se quedó en las guías de sopetón. De él solo quedó vapor de agua y la pelambrera, que como mucho da pa hacerse una peluca del Penumbra a modo de reliquia-recuerdo.”
La PACMA y la protectora de animales ya han puesto el ladrido en el cielo incendiando twitter por los cuatro costados y denunciando al Ayuntamiento de Sevilla -por tener una ciudad con tanta calor-, a San Lorenzo, a los dioses solares, a Supersol y al termómetro de la Macarena por no avisar al bueno de Fombello de que el Sol arde, quema, y evapora. Por otra parte, el párroco de San Julián ha defendido en su última homilía, que el perrito de San Julián está en todas partes, al formar parte del ciclo del agua que nos da la vida para que luego nos las quite Dios o el tabaco.
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