Comienza la «Operación Traje de Gitana»
Miles de sevillanas se embarcan en una dieta-calvario que las haga posibles embutirse en en traje de flamenca del año pasado. Afortunadamente, la determinación de la mujer hispalense, añadido al poder desengrasante de la zumba de barrio, hacen que el traje de flamenca pueda encasquetarse con la sola ayuda de un calzador.
En otros tiempos de vaca gorda (con perdón) corría la costumbre de poner un par de kilos por año o más, pero no importaba, pues todo quisqui estaba en el taco y cada año se compraba un nuevo traje de flamenca adaptado a lo voluminoso de las nuevas formas. Pero desde hace años, esta costumbre consumista se perdió debido a los jueguecitos de los chicos de la banca que causaron la actual crisis, y Doña Vicki Berrocal tuvo que dejar de beberse el agua de los floreros y las flamencas a meterles bolas de alcanfor a sus trajes de gitana.
La dieta más seguida por las sevillanas en esto de la Operación Traje de Flamenca» es la de no ponerse ciega a cubatas y pasteles, u olvidar los serranitos, el San Jacobo y la pavía. Las más valientes bajan a correr al río y las más prácticas, simplemente, no van a la Feria este año, porque ya están «hasta el coño de tanta Feria, tanta sevillana y tanto borracho, y este año quieren aprovechar para irse a Matalascañas y montar un armario de Ikea con una amiga de Huelva.»
Los chicos lo tienen más fácil para calzarse su disfraz de gitano, pues este año han salido unos zajones de licra con fajín de caucho adaptable a cualquier panza indígena o a la de cualquier chulapo de esos que bajan el fin de semana en AVE cortijero desde con olor a Bernabeu de Madrid.
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