Se cumplen 85 años de la pavía que vino del espacio

Corría el año 1930 de una convulsa Sevilla pre republicana y había hambre, mucha hambre… Además de la pobreza y las carencias sociales evidentes que acompañaron a la Depresión de 1929, era las tres de la tarde y en nuestra ciudad eso significaba que era la hora de comer. Con más hambre que un caracol en un espejo, la población volvía a sus hogares andando y en tranvía desde fábricas y tabernas, cuando en el cielo se dibujó lo que parecía ser un inmenso y elegante pepino, al parecer frito, sobrevolando los campaniles de las iglesias.

“¿¡Pero eso qué es, miarma?!¿¡Parece un pepino? ¡Que no, que es un pedazo de pavía!” gritaban los miles de sevillanos concentrados en las calles del casco antiguo. La gente  no escatimaba las prebendas caídas del cielo y se peleaba por los pedazos de fritura que el extraño objeto iba soltando desde las altura. Muchos otros corrían hasta las azoteas con palos y azadones a ver si podían arrascar algún suculento  pedazo cuando el ovni pasara cerca.

“¿Pero niño, cómo os atrevéis a comeros un pavía que viene volando?” – profería a los presentes una cigarrera consecuente, presente en los hechos – “a saber de dónde viene el cacho de guarrería esta y quién la manda… que tiene que estar el pescao más revenío que el chichi de la reina” –apuntaba la trabajadora de Tabacalera-.

Del pavía que vino del espacio -que con ese nombre pasó a la historia local y mundial- no quedó ni el mensaje de paz que suelen llevar estos objetos alienígenas siempre en algún lado. “Porque el personal estaba esmayao”-sostiene la historiadora del Ateneo, Ana Crónica Pérez- “eso sí, dejo jincha a la población sevillana hasta la declaración de la II República española, por lo menos.”