Operarios de Lipasam confunden el monumento de Chillida con un tresillo viejo
Esta mañana a primera hora, operarios de la empresa municipal de limpieza y escamonde de Sevilla, LIPASAM, procedían a retirar el monumento a la Tolerancia del Paseo Colón, la estatua señera que el escultor vasco, Eduardo Chillida, donó -previo pago a una asociación sefardita- a la ciudad, con motivo de la celebración de la Expo 92.
Eran cientos las denuncias acumuladas por el Ayuntamiento, señalando la improcedencia de mantener instalado «un tresillo gigante de piedra» frente a la calle Betis, en una zona marcadamente paisajística y monumental de la postal típica hispalense. Los aborígenes de los barrios de El Arenal y Triana han sido pacientes al respecto, creyendo que dicho supermueble pertenecía al afamado locutor, Carlos Herrera, muy del agrado de las fuerzas vivas de la zona y dueño de medio Paseo Colón, según la leyenda urbana del registro municipal.
«Además, no son tiempos de tolerancia, ni de ese tipo de mamandurrias…» señala la presidenta de la Asociación de Vecinos Unicelulares del El Arenal. «A mí ponerme una terracita de copa de balón reglamento, con actuaciones de bandas cofrades en directo, con sus cohetes, con su buena bulla de gente de bien, bien arreglá… pero YA». Sostiene la presidenta.
Afortunadamente o no, el citado monumento ha podido ser encontrado en el vertedero que Lipasam mantiene habilitado para tales efectos y será repuesto en el Muelle de la Sal en los próximos días. En su restauración, este hito urbano estará acompañado de dos sillones orejeros cedidos por un troll escandinavo a nuestra ciudad, muy agradecido por los momentos que vivió en los ochenta jugando con en el Caja San Fernando como ala-pívot.
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