El Betis prohíbe el ‘despatarre’ en el Benito Villamarín para que quepan 7.000 aficionados más
El Betis se ha unido a la prohibición de moda, el “despatarre” o “espatarre”, tal y como se le conoce en nuestra tierra desde que Trajano, subido en la tronera, enseñaba los braslis bajo la toga, como aquel que no quiere la cosa. Y es que este nuevo tabú llega a la civilización mariana con el marchamo de garantía que da esa América progresista en la que manda Trump. Y eso se nota.
“Si cada bético cerrara las piernecitas como dios manda, en nuestro Benito Villamarín entrarían 7.000 personas más pagando su abono, su pipas de calabaza mustia y sus pistoline crocante… y por fin acabaríamos de pagarle a Denillson todo lo que le debemos.” Apunta Cosme Lollevo Caliente, presidente de la entidad verdiblanca.
Desde la junta directiva del equipo de La Palmera se nos indica que cuando un señor expande sus cacholetas hacia los flancos en los asientos del estadio verdiblanco, ya no se trata de una cuestión de mala educación, sino de un ladrón del espacio público, un micromachista camuflado en la masa indígena de nuestra amada ciudad.
Es justo y necesario dejar de invertir en educación desde los gobiernos avanzados de tercera Modernización –como el andaluz de Susana Díaz de Cospedal- para directamente prohibir y multar al mendrugo irreductible en que se ha convertido el ciudadano de a pie y no digamos de poltrona.
“Multar es mucho más de mejor y endemá, mira cómo te deja la arqueta pública, niña… a ver si nos enteramos ya home ya…” señala Rufina Dená, consejera de Agricultudura de la Junta, muy fan ella de la pata cerrada y de los encantos de Juan y Medio, siempre que la agenda se lo permita y el viejecito del programa sea capaz de cruzar las piernas y los piernos ante los ojos de la audiencia ultacultureta que define a ‘La Nuestra’.
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