Aparece una barretina en la sopa de una señora de Triana
Hasta en la sopa. Cataluña lo abarca todo, es omnipresente, se propaga cual butifarra expansiva, sin compasión para el hispánico medio que sólo quiere fútbol y Sálvame en clase turista. ¿Se trata de una inmensa cortina de humo para esconder las vergüenzas de las estirpes españólidas y cataláunicas?¿una apuesta por la estupidez extrema del cretinismo radical bajo señera o rojigualda?¿o una antología de la propaganda más rancia y rastrera?
El pueblo hispalense contesta a todas estas cuestiones existenciales con un ¡No! rotundo. «Cataluña es un coñazo». Es todo mucho más simple. Porque como bien demuestran los hechos extraordinarios sucedidos en Triana, Cataluña, la Polonia de nosotros, está hasta en la sopa.
Sagrario Macario, una buena mujer de la calle Pureza, blandía ayer con el amor que la caracteriza, su cucharón sopero mientras volteaba en su cacerola. Una sopa de cebolla hervía lustrosa, dichosa de haber nacido a través de las manos de Doña Sagrario. Cual fue la sorpresa cuando la señora, en uno de sus cuchareos, se encuentra con una barretina leridana. Roja, con su banderita catalana, sus pelicos de algún charnego de pura cepa.
El revuelo en el barrio fue de aúpa, incluso algún señor con gafas al revés se atrevió a llamar a Iker Jiménez para dar fe de los hechos. El caso es que Doña sagrario pasó el disgusto de su vida y se vio obligada a tirar la sopa por el husillo. «A ver quién es la lista que se jama una sopa con barretina… A saber por dónde habrá rodao el gorro ese en Polonia…»
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